martes, 10 de junio de 2008

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lunes, 2 de junio de 2008

El libro

Marco abrió el libro y confirmó que en su interior había una imagen de un cuervo en un pequeño bosque con los últimos rayos del sol dándole en el pico. Es hermoso - dijo asombrado-. Hijo, ya tenemos que irnos -dijo su mamá-, otro día vendrás y también podrán venir tus primos. Marco, triste, tomó sus cosas, se puso su abrigo y salió de la biblioteca. Pero se le olvidó hacer algo, algo que no se debe olvidar cuando se lee un libro. Se le olvidó cerrarlo…

Esa noche no podía pensar en otra cosa que no fuera el libro abierto. Sus padres no lo dejarían ir a esas horas a la biblioteca, así que se escapó de su casa y sin pensar en el peligro, fue hacia allá.

Entonces vio lo que nadie había visto: Miles de cuervos volando dentro de la biblioteca.

El árbol del tiempo

Mateo lo miró y lo volvió a mirar, no sabía qué le encontraban sus primos. Cierto, era un árbol más grande que los demás, pero a sus primos les gustaba subir en él. Qué digo les gustaba... ¡les encantaba! Un día, mientras Mateo estaba en la biblioteca, sintió una atracción mágica por el árbol. Sentía unas ganas locas de subir en él. Salió de la biblioteca, se agarró del árbol y empezó a subir, de repente sintió un temblor cada vez más fuerte. Todo un mundo de colores rodeó al árbol, después la oscuridad. Mateó sintió que lo jalaban. Silencio total… ¡Traigan a ese chico! Oyó Mateo. Cuando todo se iluminó estaba en medio del Coliseo Romano.

Una máquina de escribir poco común.

Estaba ahí, en la casa, acostado sobre la cama, viendo una máquina de escribir que está sobre una vieja mesa. Ha de tener como 300 años –pensé-. Miré hacia otro lado y cuando volví la vista, la máquina ya no estaba. Me quedé boquiabierto. De repente sentí que algo empujaba mi pie. Era la máquina. Habían pasado sólo unos minutos pero como yo estaba aterrado para mí pasaron horas. La máquina de escribir había sacado unos pequeños piecesitos y había comenzado a caminar… Se acercó a mí y me dijo, casi en un susurro “Hola”. Yo salté rápidamente de la cama y salí de mi cuarto. Bueno, eso pensé que había hecho, pues cuando abrí la puerta vi que estaba en otro mundo. Era raro pues no me sentía bien, como cuando ves tanta hermosura y no sabes qué decir. Nuevamente sentí algo junto a mi pie. Giré la cabeza y era la máquina, sus ojos me hicieron sentir extraño. Todo se volvió blanco. Vi que estaba de nuevo en mi cuarto, entonces vi a la vieja mesa, y sobre la mesa estaba la máquina, luego vi un resplandor bajo mi puerta. Fue un sueño –pensé-, pero algo me decía que no.

Monkey boy

Un día, Manuel decidió hacer algo diferente, algo que lo sacara de su rutina: actuar todo el día como un mono. Al principio fue divertido, pero todos se molestaban con él, ya que no entendían lo que quería decir. Ese día, en la tarde, se encontró un hada y ella le dijo que pidiera tres deseos. Manuel estaba a punto de pedírselos normalmente, pero se acordó que había decidido actuar todo el día como un mono y eso hizo. El hada no lo comprendió y creyó que él quería ser todo el tiempo un mono, así que lo convirtió en uno.

El matrimonio de la garra

La señora Lourdes, mi vecina, siempre me ha parecido rara. ¿Sabían que compra comida para gato sin tenerlo? Y que se sale de su casa todos los días a media noche y regresa dos horas exactas después… Bueno, les podría contar un centenar de cosas sobre ella, pero he decidido mejor contarles lo que me pasó. El martes en la noche estaba desvelado estudiando para el examen de ciencias naturales, en eso escuché la chirriante puerta de la señora Lourdes, entonces vi por la ventana y me sorprendió que mi vecina había dejado abierta la puerta de su casa. Corrí a avisarle, pero de repente, de su casa salió un jaguar. Me quedé como una piedra, el jaguar me miró con sus ojos azules como el mar, o como unos preciados diamantes. Entonces oí: “Martín, Martín ¿qué te dije acerca de salir a media noche? ¿No ves que te pueden descubrir?” En eso, notó que estaba ahí y me dijo: Lo siento Ricardo, es que mi esposo no está educado. Desde entonces, la señora Lurdes me parece más rara aún…

Aventura de una bebé

Yo: Ahí estaba ella, sentada y observando un pequeño oso de peluche que le habían regalado, viéndole no sé qué cosa, parecía hipnotizada. Mi mamá estaba atendiendo personas en la sala, mi papá estaba trabajando en la computadora y yo estaba vigilándola…
¿Vigilando a quién? Pues a mi hermana, quien tiene 15 meses. Como ya les dije antes, estaba como hipnotizada. Parpadee por un segundo y cuando regresé la vista a ella, estaba mirándome con una sonrisa que no puedo explicar.

Carmina: Yo estaba ahí sentada con mucho sueño, mirando un osito de peluche que me habían regalado, y ahí estaba mi hermano. (No sé por que siempre nos vigilan los adultos, niños y a veces perros). De pronto una sombra negra se me abalanzó y yo quería llorar… De repente me soltó y caí en un bosque de coníferas, miré por todos lados y vi un pequeño punto que parecía correr había mí. ¡Un centauro! Grité asombrada. En eso me di cuenta que ya no era una bebé: traía puesto un vestido color rosa y una corona. El centauro estaba parado ante mí. Me quedé boquiabierta, pero me dijo: “Ya sabes qué hacer, ahora cumple tu misión.” Y yo le dije: “¿Quéeeeeeee?” Y en ese momento regresé a mi cuarto. Ahí vi a mi hermano y me alegró mucho verlo.

Yo: Me señalaba con el dedo y me trataba de decir algo, en eso mi mamá me llamó… Bueno, eso creí. Me di la vuelta y salí del cuarto.

Carmina: Después de que le sonreí a mi hermano, me acordé del centauro y le traté de preguntar a mi hermano si él sabía lo que significaban aquellas palabras que el centauro que me había dicho, pues él sabe mucho de esas criaturas (por eso sé que se llaman centauros), pero me olvidé que todavía no hablo muy bien nuestro idioma. Entonces oí a mi mamá llamándolo…

Yo: Regresé pronto, ya que mi mamá sólo me quería preguntar cómo estaba mi hermana. Entonces vi que mi hermana señalaba al libro de “Mitos y leyendas griegas”, yo lo tomé y de entre las hojas empezó a salir luz y vi que Carmina empezó a saltar y sentí cómo me succionaba el libro.

Carmina: Cuando mi hermano regresó, yo le señalé el libro que me leía cada noche, íblamos en el capítulo 2, pero él lo abrió en el capítulo final: el 29, y ¡claro! El libro succionó todo. Aunque yo estaba feliz porque mi hermano al fin me iba a entender…

Yo: Entré al libro en una parte donde había una guerra y todo estaba muy alborotado y al frente estaba Medusa, con su carro jalado por esqueletos humanos; por suerte la vi por atrás, pero la escuché decir: “Maten a la princesa Carmina.” Entonces vi una joven que me recordaba a Carmina, y corrí hacia ella diciendo: “¡Nooooooo!” pero la lanza de Medusa me dio en el corazón.

Carmina: Me encontraba en el capítulo llamado “Un sacrificio grande”, entonces vi que alguien me perseguía… Vi una lanza, alguien se atravesó y ese alguien era mi hermano…

Yo: Todo se iluminó.
Carmina: Todo se iluminó.

Yo: Como si
Carmina: Estuviéramos despertando de un sueño.

Yo, Carmina: Entonces vi a mi mamá.